Cuando una persona fallece la perdida es irreparable, lamentable, pero gracias a esa lamentable perdida otras personas pueden seguir viviendo.

El proceso de descomposición del humano es un proceso que no necesita de ningún aporte externo: se debe a la de las propias bacterias y encimas que están en nuestro organismo.
Cuando alguien muere y el corazón deja de bombear sangre, las células de nuestro cuerpo dejan de recibir el oxígeno vital para su funcionamiento, de modo que cesan su actividad, pero el ritmo al cual las células 'van muriendo' depende básicamente de dos factores: el tipo de célula en sí, y por otro lado, las condiciones medioambientales.

Con respecto al tipo de célula, las neuronas, por ejemplo (las células de nuestro cerebro) mueren en unos 3 a 7 minutos, mientras que las células de la piel tardan más, pudiendo aguantar hasta 24 horas aún activas, e incluso pueden ser extraídas del cuerpo muerto y crecer normalmente en un cultivo de laboratorio. Pero, contrariamente a otra de las muchas leyendas urbanas que todos hemos oído alguna vez, ello no tiene nada que ver con el hecho aparente de que las uñas y el pelo de los cadáveres crezcan: se trata de un hecho aparente debido no a que se cree más material, sino a que va desapareciendo piel de modo que se empieza a hacer visible parte de los pelos y las uñas que estaban bajo esa piel que ahora desaparece.

En lo que respecta a la influencia de las condiciones medioambientales en la descomposición del cuerpo, estas determinan principalmente cuán rápidamente ocurrirá el proceso. Por ejemplo, para cuando un cuerpo es enterrado en el funeral o incinerado, el proceso de descomposición ya ha dado inicio, pero su rapidez va a venir determinado por las condiciones medioambientales. Por ejemplo, un cuerpo se descompone casi dos veces más rápido en el aire que cuando el cuerpo está en el agua, y la descomposición en contacto con el aire es a su vez unas 4 veces más rápida que cuando el cuerpo está bajo tierra, estando mejor preservados los cuerpos cuanto más profundamente bajo tierra sean enterrados, con tal de que el terreno no reciba agua.

Pero, ¿qué es lo que provoca en sí la descomposición?
Por un lado, como hemos visto, las células cesan su actividad al no recibir oxígeno y por otro lado actúan microorganismos y encimas que se hallan presentes de forma natural en nuestro organismo. Nuestros intestinos, por ejemplo, están plagados por de bacterias (la conocida 'flora intestinal') que ascienden a millones, Estas bacterias no mueren con el organismo sino más bien al contrario: empiezan a actuar sobre las células del cuerpo fallecido, en este caso, del intestino. Un tipo muy específico de bacterias, la clostridia y los llamados coliformes, empiezan además a invadir células del resto de órganos.

Al mismo tiempo, las encimas presentes en nuestro cuerpo (proteínas con acciones específicas que controlan nuestro metabolismo), actúan sobre las células descomponiéndolas. El páncreas, por ejemplo, está repleto de encimas digestivas las cuales empiezan a actuar, de modo que el páncreas se 'come' a sí mismo.
La propia descomposición de las células además libera compuestos químicos que contribuyen así mismo a la descomposición.

Las células en descomposición por la acción ya sea de las encimas, ya sea de las bacterias, desprenden como hemos dicho sustancias que actúan también en el proceso, como por ejemplo, metano y sulfuro de hidrógeno. Algunas de estas sustancias y gases son verdoso-azuladas, de modo que confieren este color al cadáver, además de hincharle. El proceso empieza en el abdomen, cerca del intestino. La lengua puede salir de la boca, y fluido de los pulmones es expulsado también por la boca y los orificios nasales. Esta imagen poco agradable se agrava con el olor debido a los gases liberados en la descomposición: el sulfuro de hidrógeno antes mencionado, con un olor característico al de un huevo en mal estado, el metano. Se llega a este estadio de la descomposición tras los 4 a 6 días después de la muerte, en países con temperaturas moderadas-altas, alcanzándose mucho más rápidamente en los trópicos y ocurriendo más lentamente en países con clima frío o seco.

Si un cuerpo muerto descansa en la superficie desuelo, diversos animales e insectos contribuyen al proceso de descomposición. Por ejemplo, los gusanos que suelen aparecer cerca de los cadáveres son atraídos por estos gases desprendidos por el cuerpo en descomposición y actúan sobre él, jugando un papel clave en la tarea Un cuerpo se descompone casi dos veces más rápido en el aire que cuando el cuerpo está en el agua, y la descomposición en contacto con el aire es a su vez unas 4 veces más rápida que cuando el cuerpo está bajo tierra.

de procesar la materia en descomposición para reciclarla en el ecosistema. Así pues, desmitifiquemos otra leyenda urbana: los gusanos no salen del cuerpo, sino que habitan de forma natural en el medio y son atraídos por los productos de la descomposición del cadáver.

Otros insectos u organismo que contribuyen a la descomposición del cadáver, siendo también atraídos por los productos del proceso incluyen a los moscardones, pero sin duda los más activos son los gusanos: son tantos los que pueden llegar a acudir, que el cadáver queda cubierto de ellos en unas 24 horas.

Si no hubiera organismo alguno en el medio, el pelo, las uñas y la dentadura se separarían del cuerpo en unas semanas y hacia el mes posterior a la muerte, los tejidos se liquidificarían (recordemos que el cuerpo humano es agua en unos 2/3) de modo que las cavidades principales del cuerpo cederían y se abrirían.

Como hemos visto, el medio también influye en la descomposición del cuerpo. Y también puede hacerlo retardando el proceso de descomposición: un medio más estéril en bacterias, gusanos, etc...con muy bajas temperaturas, puede contribuir a conservar el cadáver. En concreto las bajas temperaturas pueden marta a las bacterias que se hallan de forma natural en el organismo, de modo que el cadáver puede conservarse en cierto estado, como tenemos ejemplo en el caso del cuerpo con varios siglos de antigüedad enterrado en la nieve de los Alpes que se descubrió no hace mucho tiempo.

Por otro lado, la descomposición puede retrasarse en un entorno más resguardado del medio, como los ataúdes, pudiendo el cadáver permanecer reconocible durante meses. En estas condiciones, los tendones y los ligamentos son más resistentes a la descomposición mientras que el útero y la próstata, por ejemplo podrían perdurar durante varios meses. Sin embargo, pasado un año aproximadamente, todo lo que queda del proceso son el esqueleto y la dentadura con alguna traza de tejido aún agarrada a ellos. Por su parte, los huesos tardan de 40 a 50 años en deshidratarse y hacerse quebradizos. En medios con Ph neutro o acidez neutra, los huesos pueden durar incluso cientos de años mientras que en medios ácidos, el ácido los va disolviendo.

Fuente(s):
www.dialogica.com.ar/medline/archives/00...