domingo, 3 de agosto de 2014

BARCO FANTASMA AMENAZA CON HAMBRUNA


Por: Anselmo Rubio Reyes
Desde hace seis días debió atracar en Puerto Cortés, el barco que desde Etiopia, trae 45 mil quintales de frijol rojo. Desapareció dijo Alden Rivera, secretario de Desarrollo Económico. Lo que ha desbordado la preocupación de miles de familias pobres, en cuya dieta es imprescindible el grano y que en los últimos días lo han comprado con dificultad a precios estratosféricos.

Inalcanzable se ha vuelto el frijol y escaso. Al grado que se ha pronosticado una hambruna que amenaza al país en los próximos días y que ha encendido la alerta. Ya se han anunciado medidas mientras aparece el barco fantasma. Las esperanzas están puestas en la cosecha de primera que según el secretario de Agricultura y Ganadería, Jacobo Paz, ya comenzó a salir.

Pero estas noticias no alivian la preocupación del pueblo. La desconfianza se ha enraizado tanto. Y con el extravió del barco con 50 millones de lempiras en frijoles, este sentimiento se profundiza aún más. Y es que el caso parece un chiste. Pero de mal gusto. En pleno siglo 21 con la tecnología digital que permite rastrear una nave, incluso desde un teléfono móvil, es difícil entender como Rivera no sabe que paso con el alimento vital para los hondureños.

La tendencia es pensar que se trata de un fraude más, como los casi siete mil millones desaparecidos del Seguro Social en plena campaña electoral. Lo que nos lleva a pensar que la seguridad alimentaria no puede depender de las equivocadas decisiones del gobierno. O del rumbo que marca el mercado neoliberal donde el consumismo es el rey. De allí los grandes centros comerciales que dominan el paisaje y que son el centro de las campañas mediáticas.
Honduras debe volver la mirada al campo. A sabiendas de que las maquilas no son la solución económica de mediano y largo plazo. Aun no estamos listos para producir tecnología, así que la actividad agropecuaria sigue siendo la solución para impulsar la economía mediante la generación de empleo, seguridad alimentaria y el fortalecimiento de las exportaciones con miras de atraer divisas y no depender de las remesas de sangre y muerte que envían los indocumentados desde USA.

El 25 de julio era la fecha clave. El barco de Etiopía debería tocar suelo hondureño luego de dos largos meses de espera. Ojala llegue. Mientras, el gobierno debe dar muestras de que en realidad quiere cambiar el país. Juan Orlando Hernández sabe que el campo está quedando solo. No hay empleo y la gente padece hambre y el hambre reproduce la violencia. El campo necesita atención inmediata.

Un replanteamiento de la Ley de Modernización Agrícola, que dio el traste con la Ley de Reforma Agraria, podría ocasionar una distribución más justa en la tenencia de la tierra. Las grandes concentraciones de tierra en manos de unos pocos terratenientes, no dieron resultado.

La idea de los reformadores neoliberales era que los ricos si pondrían a producir la tierra con sus recursos económicos, pero se equivocaron. No hay frijoles para abastecer la población. Y la seguridad alimentaria, que es un deber ineludible de cualquier gobierno, quedo entredicho.

Los campesinos no producían sus tierras por falta de financiamiento, una mediocre asistencia técnica del gobierno, falta de sistemas de riego y sobre todo por falta de mercados seguros para colocar sus productos. Hoy en día siguen siendo víctimas de los coyotes, a vista y paciencia de los gobiernos de turno, que hasta ahora enfilan sus baterías en contra de los acaparadores.

Es Inaudito que en un país de vocación agropecuaria haya desabastecimiento de granos de primera necesidad, mientras Etiopía, una nación extremadamente pobre, tiene granos hasta para vender. Pero la culpa la tiene el clima, esa es la canción y los políticos saben que con una cancioncita se duermen las masas.

 Ojala que el gobierno de Hernández, se enfoque en el diseño de una política alimentaria eficiente para no depender de un barco, que probablemente se hundió en el océano de la corrupción y la incompetencia.

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