martes, 5 de agosto de 2014

BREVE HISTORIA DE LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL

Está integrada por: - Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
- Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR).
- 187 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.

 Los componentes del Movimiento, aunque conservan su independencia en los límites del Estatuto del Movimiento, actúan siempre de conformidad con sus Principios Fundamentales y colaboran entre sí en el desempeño de sus tareas respectivas y para realizar su misión común.

Los componentes del Movimiento se reúnen con los Estados Partes en los Convenios de Ginebra del 27 de julio de 1929 o del 12 de agosto de 1949 en la Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (en adelante: la Conferencia Internacional).

La Cruz Roja también es el emblema inicial del Movimiento, inversa de los colores de la Bandera de Suiza, en reconocimiento a sus fundadores y su neutralidad. La cruz roja, junto con la media luna roja y el cristal rojo sobre fondo blanco, son emblemas humanitarios reconocidos oficialmente por casi la totalidad de países del mundo y su uso está enmarcado en el Derecho Internacional Humanitario, por lo que deben ser respetados en toda circunstancia, para que se puedan desarrollar las labores humanitarias en los desastres y conflictos armados.
Fundación
Jean Henri Dunant (Ginebra, 8 de mayo de 1828 – Heiden, Suiza, 30 de octubre de 1910) fue un hombre de negocios suizo, filántropo y activista en favor de la causa humanitaria, cuya labor fue reconocida internacionalmente con el primer Premio Nobel de la Paz junto con Frédéric Passy en 1901.

Dunant fue testigo durante un viaje de negocios en 1859, de las secuelas de la batalla de Solferino en Italia, cuyo impacto le llevó a escribir sus memorias y experiencias en el libro Un recuerdo de Solferino en el que reclamó la creación de un cuerpo de voluntarios para socorrer a los heridos de guerra. Esta petición sirvió más tarde para la fundación de la Cruz Roja Internacional. En 1864, la Convención de Ginebra fue adoptada en base a algunas de los postulados humanitaristas de Dunant.

Biografía
Dunant nació en Ginebra, primogénito del hombre de negocios Jean-Jacques Dunant y su esposa Antoinette Dunant-Colladon. Su familia era muy devota del calvinismo y tenía gran influencia en la sociedad ginebrina. Sus padres enfatizaron el valor del trabajo social, según el ejemplo de su padre que era muy activo ayudando a huérfanos y presos liberados, mientras que su madre trabajaba con los enfermos y los pobres. Muy influyente en la formación del joven Dunant resultó una visita a Toulon donde vio el sufrimiento de los presos.

Dunant creció en el período del despertar religioso conocido como el Réveil, y a los dieciocho años se unió a la Sociedad Ginebrina de las Almas. Al año siguiente, junto a unos amigos, fundó la llamada «Asociación del Jueves», un grupo de jóvenes que se reunían para estudiar la Biblia y ayudar a los pobres, y pasó mucho de su tiempo libre ocupado en visitas a la prisión y trabajo social. El 30 de noviembre de 1852 fundó el capítulo ginebrino de la Militó en su juventud en movimientos cristianos. En 1855 propició la «Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes» (YMCA), y tres años más tarde intervino en la reunión de París dedicada a la fundación de su organización internacional.

A los veinticuatro años, se le obligó a dejar el Collège Calvin por sus malas notas, y empezó como aprendiz en la firma de cambio de moneda Lullin und Sautter. Después de que concluyera favorablemente, permaneció como empleado del banco.

Argelia
En 1853, Dunant visitó Argelia, Túnez y Sicilia, por encargo de una compañía dedicada a las «colonias de Setif» (Compagnie genevoise des Colonies de Sétif). A pesar de su escasa experiencia, cumplió con éxito su misión. Inspirado por el viaje, escribió su primer libro con el título Relato de la Regencia en Túnez (Notice sur la Régence de Tunis), publicado en 1858.

En 1856, creó un negocio para actuar en las colonias extranjeras, y después, habiendo recibido una concesión de tierras en la Argelia ocupada por los franceses, una compañía de cultivo y comercio del maíz llamada «Compañía financiera e industrial de los Molinos de Mons-Djémila» (Société financière et industrielle des Moulins des Mons-Djémila). Sin embargo, la tierra y los derechos sobre el agua no se asignaron claramente, y las autoridades coloniales no cooperaron mucho. Como resultado, Dunant decidió apelar directamente al emperador francés Napoleón III, que estaba con su ejército en Lombardía en aquella época. Francia estaba luchando junto al Piamonte-Cerdeña contra Austria, que ocupaba gran parte de Italia. Los cuarteles de Napoleón estaban ubicados en la pequeña ciudad de Solferino. Dunant escribió un libro en alabanza a Napoleón III con la intención de presentárselo al emperador, y entonces viajó a Solferino para encontrarse con él en persona.

Batalla de Solferino
Dunant llegó a Solferino en la tarde del 24 de junio de 1859, el mismo día en que tuvo lugar una batalla entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra italiana. 38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de batalla, y había pocos intentos para ayudarlos.Impresionado, el propio Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos y enfermos. Carecían de suficientes materiales y el propio Dunant organizó la compra de lo que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. Convenció a la población para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban por el lema Tutti fratelli (Todos somos hermanos) acuñado por las mujeres de la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere (Provincia de Mantua). Tuvo éxito igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por los franceses. Cabe resaltar que Dunant fue el inventor del actual botiquín de primeros auxilios.

La Cruz Roja
Al regresar a Ginebra a principios de julio, Dunant decidió escribir un libro sobre sus experiencias, que tituló Un Souvenir de Solferino. Se publicó en 1862 en una edición de mil seiscientas copias y se imprimió a costa del propio Dunant. En el libro, describió la batalla, sus costes, y las caóticas circunstancias que la siguieron. También desarrolló la idea de que en el futuro una organización neutral debería existir para proporcionar cuidados a los soldados heridos. Distribuyó el libro a muchos líderes políticos y figuras militares en Europa.

Dunant comenzó a viajar por toda Europa promocionando sus ideas. Su libro fue recibido positivamente, y el Presidente de la Sociedad Ginebrina para el Bienestar Público, el jurista Gustave Moynier, hizo del libro y sus sugerencias el tema de la reunión de 9 de febrero de 1863. 

Las recomendaciones de Dunant se examinaron y se valoraron positivamente por los miembros. Ellos crearon un comité de cinco personas para investigar más la posibilidad de llevarlo a cabo e hicieron de Dunant uno de sus miembros.Los otros fueron Moynier, el general del ejército suizo Henri Dufour, y los médicos Louis Appia y Théodore Maunoir. Su primera reunión el 17 de febrero de 1863 se considera hoy en día la fecha de fundación del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Desde el principio, Moynier y Dunant tuvieron discrepancias y desacuerdos en relación con sus respectivas visiones y planes. Moynier consideraba la idea de Dunant de establecer protecciones neutrales para los cuidadores imposible de realizar y advertía a Dunant en que no insistiera en este concepto. Sin embargo, Dunant continuó defendiendo su posición en sus viajes y conversaciones con políticos de alto rango y militares. Esto intensificó su conflicto personal entre Moynier, que abordó el proyecto de manera bastante pragmática, y Dunant, que era el idealista visionario entre los cinco, y llevaron a que Moynier atacara a Dunant por el liderazgo.

En octubre de 1863, catorce estados participaron en una reunión en Ginebra organizada por el comité para discutir la mejora del cuidado a los soldados heridos. El propio Dunant, sin embargo, fue sólo un líder por protocolo, debido a los esfuerzos de Moynier por disminuir su participación. Un año más tarde, una conferencia diplomática organizada por el Parlamento Suizo llevó a la firma de la primera Convención de Ginebra por doce estados. Dunant, de nuevo, se ocupó sólo de organizar el alojamiento de los asistentes.

Período de olvido
En septiembre de 1895, Georg Baumberger, el editor jefe del periódico de St. Gallen Die Ostschweiz, escribió un artículo sobre el fundador de la Cruz Roja, a quien había conocido y con quien había conversado durante un paseo por Heiden un mes antes. El artículo se titulaba Henri Dunant, el fundador de la Cruz Roja, apareció en la revista ilustrada alemana Über Land und Meer, y el artículo pronto fue reproducido en otras publicaciones por toda Europa. El artículo llamó la atención, y recibió atención renovada y apoyo. Recibió el Premio suizo Binet-Fendt y una nota del papa León XIII. El apoyo de la zarina rusa María Fiódorovna Románova y otras donaciones mejoró notablemente su situación financiera.

En 1897, Rudolf Müller, que ahora trabajaba como maestro en Stuttgart, escribió un libro sobre los orígenes de la Cruz Roja, alterando la historia oficial para enfatizar el papel de Dunant. El libro contenía también el texto de Un souvenir de Solferino. Dunant comenzó un intercambio de correspondencia con Bertha von Suttner y escribió numerosos artículos. También fue particularmente activo al escribir sobre los derechos de las mujeres y, en 1897 facilitó la fundación de la organización femenina «Cruz Verde».

Premio Nobel de la Paz
En 1901, Dunant recibió el primer Premio Nobel de la Paz por su papel al fundar el Movimiento Internacional de la Cruz Roja e iniciar la Convención de Ginebra. El médico militar noruego Hans Daae, que había recibido una copia del libro de Rudolf Müller, abogó por el caso Dunant ante el comité Nobel. Recibió el premio conjuntamente con el pacifista francés Frédéric Passy, fundador de la Liga de la Paz y activo con Dunant en la Alianza por el Orden y la Civilización.

Moynier y el Comité Internacional en conjunto habían sido también nominados para el premio. Aunque Dunant fue apoyado por un amplio espectro en el proceso de selección, era aún un candidato controvertido.Algunos argumentaron que la Cruz Roja y la Convención de Ginebra hicieron la guerra más atractiva e imaginable al eliminar algunos de sus sufrimientos. Por lo tanto, Rudolf Müller, en una carta al comité, argumentó que el premio debería dividirse entre Dunant y Passy, que estuvo durante algún tiempo en el debate como candidato a recibir el premio en solitario. Müller sugirió que si un premio debía dársele a Dunant, debería dársele inmediatamente debido a su avanzada edad y mala salud. Al dividir el premio entre un pacifista estricto como Passy y el humanitario Dunant, el Comité Nobel sentó un precedente para las condiciones del premio Nobel de la Paz que tendría significativas consecuencias en años posteriores.

Muerte y memoria
Entre otros muchos premios en los años siguientes, en 1903 Dunant se le concedió un doctorado honorario por la Facultad de Medicina de la Universidad de Heidelberg. Vivió en la residencia de la tercera edad de Heiden hasta su muerte. En sus últimos años de vida, sufrió depresión y paranoia sobre persecución por sus acreedores y Moynier. Hubo incluso días en los que Dunant insistía que el cocinero de la residencia probara primero su comida ante sus ojos para protegerlo de un posible envenenamiento. Aunque siguió profesando creencias cristianas, en sus últimos años rechazó y atacó el calvinismo y la religión organizada en general.

De acuerdo con sus cuidadoras, el acto último de su vida fue enviar una copia del libro de Müller a la reina de Italia con una dedicatoria personalMurió el 30 de octubre de 1910 a las diez de la noche, a la edad de 82 años irónicamente sobreviviendo a su némesis Moynier por dos meses justos. A pesar de las felicitaciones con motivo del premio Nobel, no se reconciliaron.

El uso de los emblemas, tanto la Cruz Roja como la Media Luna Roja, es definido por el Derecho Internacional Humanitario (DIH), tal y como se estipuló en las Convenciones de Ginebra de 1949.

El símbolo de la Cruz Roja sobre un fondo blanco fue adoptado en la Primera Convención de Ginebra en 1864 y corresponde a la inversión de los colores de la bandera de Suiza. La Media Luna Roja usada originalmente por el Imperio otomano en la Guerra Ruso-Turca, 1877–1878 fue incorporada como segundo emblema oficialmente en 1929 por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR). Anteriormente se había sugerido que los países musulmanes en principio podrían utilizarla en vez de la Cruz Roja.

Existió también como emblema del león y sol rojo propuesto por Persia (actual Irán) en 1899 y usado oficialmente por la sociedad nacional de Irán entre 1924-1980. Este emblema fue reconocido oficialmente por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR). en 1929. Con el triunfo de la revolución islámica, el nuevo régimen informó a la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR). de que se usaría en adelante la media luna roja. Sin embargo, mantiene su derecho a volver a usarlo.

Existieron problemas en relación con los emblemas de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. En algunos conflictos se ha interpretado que estos símbolos poseen un significado religioso, lo que ha provocado una interpretación errónea de la naturaleza de la organización. Ciertas sociedades nacionales como la Sociedad Magen David Adom de Israel, no se sentían cómodas utilizando estos símbolos. Por ello, en la actualidad utilizan la Estrella de David Roja, un símbolo que no ha sido reconocido por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR). hasta 2006. Esta situación fue el origen de un debate sobre la necesidad y conveniencia de adoptar un tercer símbolo.Como resultado de un largo proceso de consultas, el 8 de diciembre de 2005 se aprobó un tercer emblema, el cristal rojo, a través del Tercer Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949.
 Controversia
 
Con referencia al uso del emblema, varios medios de comunicación recordaron que según las normas del Derecho Internacional Humanitario, su empleo en operaciones que no sean humanitarias se considera “perfidia” porque constituye una violación de los Convenios de Ginebra. Puede además ser sancionado en los tribunales internacionales como “delito de guerra”.

PACTO, PACTITOS O ALIANZAS DE FEUDALES

“López Arellano logró que los Partidos Políticos Liberal y Nacionalista, firmaran un Pacto de Unidad Nacional, que lo llamaron “CONVENIO POLITICO ENTRE EL PARTIDO NACIONAL Y LIBERAL DE HONDURAS”, aquel Pacto fue celebrado el 7 de enero de 1971. Pero luego el Lic. Ricardo Zuniga Agustinus, por temor a quedarse sin empleo, celebró otro Pacto al que llamaron “EL PACTITO’, siendo este la verdadera causa de la caída del Dr. Ramón Ernesto Cruz.” Ver http://www.angelfire.com/ca5/mas/presi/p054.html

Nuevamente surge hoy la cacaraqueada alianza entre los señores feudales de los partidos tradicionales y de los nuevos. Para seguir explotando los recursos naturales, la fuerza de trabajo, las finanzas y el presupuesto nacional.

En la medida que el pueblo ya no les cree las triquiñuelas y todas las falacias que estos señores predican con un falso desarrollo del país. En el pasado lo han hecho cuando convocaban a las centrales y federaciones obreras, también, federaciones, centrales y otras organizaciones campesinas junto con el ejército, con el cuento de la unidad, seguridad nacional y salvar al país de los peligros que la acechan.

Pero estos partidos políticos reaccionarios, conservadores, derechistas y sus achichincles, lo único que les ha interesado es entregar nuestros recursos naturales, renovables y no renovables, en concesiones a empresas extranjeras gringas, europeas, asiáticas o de otras latitudes, quienes les dan algunas migajas para su provecho personal y familiar.

Nunca se han interesado por una educación científica, democrática, transformadora y humanista que este en función, en primer lugar, del ser humano y, en segundo, de los recursos naturales y los patrimonios culturales. Es decir, transformar la materia bruta a prima hasta obtener un producto y convertirlo en mercancía para los mercados internos y externos.

En nuestro país tenemos minerales, metales y no metales, en potencia como lo son el oro, la plata, plomo, estaño, hierro, zinc, carbón, yeso, petróleo, cal, uranio, antimonio, níquel, etc. Con esta riqueza si la hubiéramos explotado nosotros, desde las empresas artesanales y las industriales, a través de fábricas movidas por la fuerza hidráulica de nuestros ríos, seríamos el país más desarrollado de centro América.

Nuestra educación pre básica, básica, secundaria, técnica y universitaria en sus métodos predomina el escolasticismo, la memorización libresca, la represión didáctica, antidemocrática y excluyente.

Como dijimos al principio, la educación debe estar en función de los recursos humanos y naturales para salir de la miseria y pobreza en que actualmente nos encontramos por consecuencia de las políticas económicas, sociales y culturales que han aplicado los partidos liberal y nacional anti históricos que nunca se preocuparon por mejorar las condiciones de vida de los hondureños.

No creemos en cantos de sirena, ni mucho menos, en las alianzas que pregonan los caciques de estos partidos.

Solo la unidad, la disciplina y la actividad revolucionaria del pueblo (obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa, pequeños comerciantes, pobladores, patronatos…) podrán hacer los cambios políticos, económicos, ideológicos y sociales.

¡Hasta la victoria siempre!
¡Morazán vive!

Fuente: FRP COPAN

domingo, 3 de agosto de 2014

BARCO FANTASMA AMENAZA CON HAMBRUNA


Por: Anselmo Rubio Reyes
Desde hace seis días debió atracar en Puerto Cortés, el barco que desde Etiopia, trae 45 mil quintales de frijol rojo. Desapareció dijo Alden Rivera, secretario de Desarrollo Económico. Lo que ha desbordado la preocupación de miles de familias pobres, en cuya dieta es imprescindible el grano y que en los últimos días lo han comprado con dificultad a precios estratosféricos.

Inalcanzable se ha vuelto el frijol y escaso. Al grado que se ha pronosticado una hambruna que amenaza al país en los próximos días y que ha encendido la alerta. Ya se han anunciado medidas mientras aparece el barco fantasma. Las esperanzas están puestas en la cosecha de primera que según el secretario de Agricultura y Ganadería, Jacobo Paz, ya comenzó a salir.

Pero estas noticias no alivian la preocupación del pueblo. La desconfianza se ha enraizado tanto. Y con el extravió del barco con 50 millones de lempiras en frijoles, este sentimiento se profundiza aún más. Y es que el caso parece un chiste. Pero de mal gusto. En pleno siglo 21 con la tecnología digital que permite rastrear una nave, incluso desde un teléfono móvil, es difícil entender como Rivera no sabe que paso con el alimento vital para los hondureños.

La tendencia es pensar que se trata de un fraude más, como los casi siete mil millones desaparecidos del Seguro Social en plena campaña electoral. Lo que nos lleva a pensar que la seguridad alimentaria no puede depender de las equivocadas decisiones del gobierno. O del rumbo que marca el mercado neoliberal donde el consumismo es el rey. De allí los grandes centros comerciales que dominan el paisaje y que son el centro de las campañas mediáticas.
Honduras debe volver la mirada al campo. A sabiendas de que las maquilas no son la solución económica de mediano y largo plazo. Aun no estamos listos para producir tecnología, así que la actividad agropecuaria sigue siendo la solución para impulsar la economía mediante la generación de empleo, seguridad alimentaria y el fortalecimiento de las exportaciones con miras de atraer divisas y no depender de las remesas de sangre y muerte que envían los indocumentados desde USA.

El 25 de julio era la fecha clave. El barco de Etiopía debería tocar suelo hondureño luego de dos largos meses de espera. Ojala llegue. Mientras, el gobierno debe dar muestras de que en realidad quiere cambiar el país. Juan Orlando Hernández sabe que el campo está quedando solo. No hay empleo y la gente padece hambre y el hambre reproduce la violencia. El campo necesita atención inmediata.

Un replanteamiento de la Ley de Modernización Agrícola, que dio el traste con la Ley de Reforma Agraria, podría ocasionar una distribución más justa en la tenencia de la tierra. Las grandes concentraciones de tierra en manos de unos pocos terratenientes, no dieron resultado.

La idea de los reformadores neoliberales era que los ricos si pondrían a producir la tierra con sus recursos económicos, pero se equivocaron. No hay frijoles para abastecer la población. Y la seguridad alimentaria, que es un deber ineludible de cualquier gobierno, quedo entredicho.

Los campesinos no producían sus tierras por falta de financiamiento, una mediocre asistencia técnica del gobierno, falta de sistemas de riego y sobre todo por falta de mercados seguros para colocar sus productos. Hoy en día siguen siendo víctimas de los coyotes, a vista y paciencia de los gobiernos de turno, que hasta ahora enfilan sus baterías en contra de los acaparadores.

Es Inaudito que en un país de vocación agropecuaria haya desabastecimiento de granos de primera necesidad, mientras Etiopía, una nación extremadamente pobre, tiene granos hasta para vender. Pero la culpa la tiene el clima, esa es la canción y los políticos saben que con una cancioncita se duermen las masas.

 Ojala que el gobierno de Hernández, se enfoque en el diseño de una política alimentaria eficiente para no depender de un barco, que probablemente se hundió en el océano de la corrupción y la incompetencia.