miércoles, 20 de mayo de 2009

EL INSTITUTO DE LA TRIUNFAL PRIMAVERA


MIS MEJORES MOMENTOS EN LA HISTORIA DEL INSTITUTO CENTRAL

En el gobierno del presidente Marco Aurelio Soto el gran reformador de Honduras, un 13 de agosto de 1878 el colegio abrió sus puertas a la juventud hondureña por iniciativa de uno de los más ilustres hijos de la ciudad de Tegucigalpa, el Dr. Ramón Rosa secretario general de la administración y quien desempeñaba la cartera de Instrucción Pública.

El Central comenzó con 60 jóvenes capitalinos que se matricularon para iniciar estudios de un Bachillerato en Ciencias que les permitía al concluir, ingresar a la Universidad Nacional, sustituyendo con esta educación que el Estado patrocinaba a la que se impartía en centros privados entre ellos el Colegio Eclesiástico que dirigía monseñor Ernesto Fiallos.

Aquellos alumnos para realizar sus estudios el único requisito que deberían cubrir era el de llevar el asiento donde recibirían sus clases o pagar por ingreso diez pesos plata para comprar lo que utilizarían en el naciente colegio que se instaló en la planta baja del viejo Convento de La Merced en cuyo segundo nivel se encontraban las aulas de la Facultad de Ciencias Jurídicas.


Su primer director fue el norteamericano Edmundo Riopel y en 1884 en el gobierno del general Luis Bográn asumió tales funciones don Tomás Estrada Palma, maestro cubano que contrajo nupcias con la hondureña Genoveva Guardiola y quien al regresar a su país después del triunfo de la revolución independentista se convirtió en el primer presidente de la República de Cuba en 1902.

El Instituto Nacional contó con excelentes directores como don Antonio Ramírez Fontecha, Manuel Diéguez, Rafael Serrano, el insigne jurisconsulto don Rafael Alvarado Manzano, el abogado Manuel Sabino López y el educador guatemalteco Maximiliano Sagastume. En 1905 cuando cambió de nombre al de Instituto de Varones y Normal Anexa la dirección recayó en el maestro don Pedro Nufio.

Por espacio de 28 años funcionó aquel colegio dirigido en diferentes ciclos por distinguidos profesionales como don Francisco Toledo, don Felipe Lozano, don Félix Salgado, don Pedro P. Amaya, don Guillermo Bustillo, don José Rodríguez Galo, don Santiago Argüello, el Arq. Fernando Pineda Ugarte, don Norberto Guillén hasta llegar al año 1933 cuando comenzó la era centralista al denominársele Instituto Normal Central de Varones haciéndose cargo de la dirección el gran educador nacional don Vicente Cáceres quien permaneció hasta su trágica muerte en 1944 al frente del prestigiado centro educativo.

Al fallecer el profesor Cáceres, asumió la conducción del instituto el profesor Abelardo R. Fortín quien mantuvo igual a su predecesor, la disciplina y calidad educativa del primer gran colegio de Honduras. Don Tomás Estrada Palma fue el segundo director del Central y en 1902 el primer presidente de Cuba.En 1952 una misión chilena contratada por el gobierno del presidente Juan Manuel Gálvez llegó a la capital para desarrollar una reforma educativa y en tal condición asumió la dirección del Instituto Central, que así pasó a llamarse, el profesor Guillermo Pinto Merris. Los chilenos le dieron un giro a la educación media y el Central pasó por transformaciones en los planes de estudio, en los sistemas disciplinarios y en otros aspectos que lo desligaron de la tradición que lo mantenía en la cúspide de la educación nacional.

Concluida la etapa de la reforma, los chilenos se fueron de Honduras y el Central se adaptó al nuevo sistema bajo la dirección de destacados mentores como don Saúl Zelaya Jiménez, don Carlos Antonio Aguilar, don Antonio Andino Sandres y don Manuel de Jesús Bueso en cuyo período se le dio el nombre de INSTITUTO CENTRAL VICENTE CACERES.

Una nueva era se inició en esos años y las viejas aulas del edificio frente a la plaza de La Merced dejaron de ser la sede del antiguo colegio capitalino trasladándose a las instalaciones que se levantaron en el sector conocido como Tiloarque, el cual se logro con intensas luchas por parte de los estudiantes de esa epoca (inluido el que escribe este articulo, en 1974) contra el Consorcio de la Florida; en estas luchas no habia Congreso Nacional el cual sus ventanales eran de vidrio y recuerdo que durante estos reclamos quebramos los vidrios de ese recinto, a igual que los de La Curacao que quedaba en frente de la Plaza La merced.

Dr. Rafael Alvarado Manzano ilustre jurisconsulto fue director del Central a finales del siglo XIX. En el recuerdo de estos años se registran muchas generaciones que se formaron bajo la tutela de insignes maestros y en la evocación de esas épocas, fluyen en la mente remembranzas de mentores ya desaparecidos, de los uniformes, de la tradicional banda que fue instituida en 1941 por el maestro Toribio (don Bibio) Bustillo de los vistosos desfiles cívicos que distinguían a los alumnos centralistas, y en el aire, aún cuando han agitado las crestas de los años muchos vientos del tiempo, se escucha tan clara como ayer la marcialidad de la TRIUNFAL PRIMAVERA el himno escrito por el poeta Augusto C. Coello y musicalizado por el maestro Rafael Coello Ramos, el primero orgullo tegucigalpense y el segundo símbolo del arte de Comayagüela.

El Instituto Central, crisol de profesionales, de hombres y mujeres que en sus aulas aprendieron a amar a Honduras, a enaltecerla, a servirla y a llevar su nombre permanentemente en el corazón. Viejo colegio de muchas generaciones donde el saber irradió su prestigio por los cuatro puntos cardinales de la nación.

Hoy el edificio del Central es usado para oficinas del Congreso Nacional y para un Museo de Las Artes; recuerdo que estaba el primer patio de dos plantas, donde se instalaban las oficinas de administración, el escenario, la consejera, bodegas y servicios sanitarios. El segundo patio era grande, alli estaban los primeros cursos donde armábamos refuegos; seguidamente el tercer patio que era mas pequeño, alli habían primeros y segundos y en el cuarto patio el mas grande de tres plantas (las superiores de madera), alli se alojaban los segundos y los terceros de plan básico.

Este cuarto patio en su lado norte daba a la calle del barrio el jazmín y al fondo había dos calabozos (cuando el Instituto era paramilitar), cuyas rendijas daban al nivel de la acera. Los otros cursos superiores de comercio y bachillerato se alojaban en otros edificios que se les denominaban anexos: el del convento Santa Teresita donde estaban las mujeres de primero y segundo curso (despues fue mixto); el del barrio abajo y el anexo de Comayaguela (donde hoy se levanta en el mismo edificio y que siempre fue propiedad de la Escuela de Ensayos Dionisio de Herrera).

En las mejores épocas de mi vida de estudiante con mucho agrado y en las visperas de sus 131 años este 13 de Agosto; recuerdo al profesor Manuel de Jesus Bueso quien era el Director del Instituto en ese tiempo; mucha calidad humana, sincero y colaborador; tambien a su hijo del mismo nombre quien era consejero; al profesor Sierrita tambien consejero; al eterno Freddy (alias Pichete); doña Aída Suazo “la canecha” (ya fallecida) maestra de Estudios Sociales, Chebito Osorio profesor de música; una profesora que solo le decíamos “que hiede”; Landelino Castro profesor de Español; Covadonga Lastra, Julia Retes (el hijo de ella era el presidente del FESE); mi maestro de maestros Baldemar Portillo, Enrique Reyes Consejero, con quien somos buenos amigos en la actualidad; Hernan Hernández consejero; doña Hortensia Tijerino y el pollito maestras de ingles.

De igual forma al profesor Mario Grifin Turcios y al Teniente Dubon maestros de Educación Física; otros consejeros como “superman”, el profesor Arturo excelente amigo ya fallecido, la profesora “cejitas”; el profesor Francisco Lagos “el amigo” (el papa del abogado Paco Cejas), la profesora de Matemáticas Alma Fiallos (quien fue Ministra de Educación); el profesor Florentino Alvarez quien impartía excelentemente la clase de Estudios Sociales; Freddy Turcios (este ya fue en comercio, impartía contabilidad publica), el profesor Ramón Arita (quien fue en 2008 Rector de la UNAH ); el profesor Prospero (ahora es abogado), el profesor Raúl Barahona excelente maestro de las plásticas, excelente pintor y paisajista y su esposa la profesora Belia; al otro maestro de música que solo lo conocíamos por “pentagrama”; otro de sobrenombre “chilillo”, a Joche quien manejaba el mimeógrafo; a Susana una de las secretarias y a doña Rosario Figueroa la Secretaria General; a los porteros de todo corazon, al chele y a don chilo (ya fallecido) a quienes los sobornábamos para que nos dejaran entrar despues de la hora y a todos mis maestros un homenaje imperecedero de este su ex alumno revoltoso, Dios les bendiga siempre.

Esta es mi vida de estudiante sumada a otros hechos relacionados con el instituto, en las horas de recreo ensayaba la estudiantina y el cuadro de danzas y se quedaban hasta despues de las 8 p.m., yo me sentaba frente al escenario en el primer patio o me quedaba como “tontito” frente a èl, escuchando las instrucciones y las clases que el profesor les indicaba.

En un momento de otro día alguien me tomo del hombro y vi un señor con un frondoso bigote: el profesor Baldemar Portillo y me dijo: - ¿queres ser parte de mi equipo?- yo tuve miedo y le dije –pues si – entonces èl contesto: - ¡me vas a traer firmado por tu papa o tu mama esta autorización para quedarte despues de las 6 de la tarde! - , bueno yo lleve la carta pero no la entregue porque no la iban a firmar; entonces de oficio comencé con mis clases de música pero al chilazo, porque yo no sabia que tenia oído para ella y el profesor se dio cuenta de esa cualidad, y solamente me guió en algunos cambios de la música a fin de que encontrara la lógica de los acordes, la melodía y la sinfonía, el me dijo: -negro te es estas perdiendo lo que traes, ponete las pilas - estas clases me valía para mis notas de parcial en la clase normal de música.

Por recomendación del profesor Baldemar en mi clase normal hacia ejercicios mentales y polifónicos errados y alli descubrí lo que era incorrecto en las notas musicales, a pesar de os reclamos de mis padres por mis llegadas tardes no me di por vencido y seguí adelante . Comencé con una “melódica”, de alli con una harmónica, seguidamente con una concertina con la que estuve hasta que salí del segundo de ciclo; con la estudiantina hacíamos giras y presentaciones en instituciones de gobierno, asilos, colegios de todo el país a igual que con el cuadro de danzas.

En la estudiantina que fue una de las mejores de la epoca de Baldemar Portillo conocí a grandes figuras como ser: el baterista Víctor Meléndez (ahora medico, quien fue viceministro de salud en la administración del Dr. Reina, mi gallo colorado), al piano estaba Miguel Rivera el actual director de “Mike Épocas”; la vocalista era Coralia Rivera (hoy de Coca y que fue jefe de la policia Nacional) en la tumbadora estaba Tito; en el guiro estaba Oscar quien hasta hace pocos años fue oficial de la Fuerza Aerea; todos ellos me pusieron el mote de “Chop”. Seguidamente y para finaliza el tercer curso me cambiaron a marimba y finalmente con el piano dulce.

Y al son del coro de la “Primavera Triunfal”:

//Ya llegó la triunfal primavera
A encender nuestras almas en flor,
Ancho y fértil el zurco te espera
Riega el grano de luz sembrador //

En el primer curso y subsiguientes recuerdo compañeros, hoy grandes profesionales: Francisco Pavón el numero uno, estaba Enrique Brunel Lagos, un apellido Tarquino; uno que era temido por el grupo (solo me acuerdo que tenia un lunar en la cara) de apellido Padilla, otra apellido Chandias (que labora en la Casa del Ingeniero); la patepluma Alma Esperanza Perez (hoy maestra del Central) y su prima Ninfa, Montiel hoy abogado, otro apellido Sacasa, otra Solano, Calderini, Yolani Cambar Palada (Famosa por su Sala de Belleza y hoy labora en la Admnistracion Publica), Margarita Coronado (hoy es secretaria en la Cruz Roja) y otros que no vienen a mi memoria.

Como siempre he sido metido, yo platicaba con todos los profesores en la conserjería (era el único y de eso tengo testigos vivos) por ellos aprendí muchas cosas, sus sanos consejos; sus virtudes, sus buenos ejemplos; el Director se intereso en mi persona y me puso al frente de los deberes estudiantiles (claro con el consenso de la FESE), pues me decía don Manuel (ya fallecido) – el que no anda por la raíz, no puede andar por las ramas; aprenda a hacer las cosas de acuerdo a la ley sea como sea – esta leccion la practico hasta hoy día; pues el Director me mostró el Reglamento del Instituto y junto con otros profesores y un comité de Desarrollo que se formo con los presidentes de cada curso, comenzamos a presentar lo que estaba escondido; un reglamento quizás no perfecto, pero que ayudó a muchos dentro del colegio; hacíamos volantes; aprendí a
manejar las maquinas de escribir, el mimeógrafo y otras actividades que me fueron de utilidad (lo de la mecanografía lo traigo por mi papa, pero lo desarrolle en el Instituto) .

Y al son de la Chica del Central digo: Gracias Instituto Central, viviras en el limbo de la gloria por siempre y para siempre, pero; hasta que Dios diga.

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