Los fariseos eran una comunidad judía que existió hasta el segundo siglo de la era presente. Se definieron como partido durante la revuelta de los macabeos contra los invasores sirios (167 – 165 a. C.), los fariseos lograron que sus interpretaciones fueran aceptadas por la mayoría de los judíos.
Los fariseos se opusieron a la política del Sumo Sacerdote Juan Hircano (134-104 a. C.), el cual reinó apoyado por los saduceos. Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo, vivía más como un rey pagano que como un sacerdote judío, y los sectores tradicionalistas criticaban la identificación entre la realeza y el sacerdocio, reclamando una separación de ambas funciones. El líder fariseo Eleázar exigió que Juan Hircano renunciara al sumo sacerdocio. El enfrentamiento de los fariseos contra los saduceos se agudizó durante los reinados de los hijos de éste, Aristóbulo I (104-103 a. C.) y Alejandro Janeo (103-76 a. C.) Este último reprimió un levantamiento popular e hizo crucificar a tres mil fariseos. La viuda de Alejandro Janeo, Alejandra Salomé reinó del 76 al 67 a. C., rehabilitó a los sacerdotes fariseos y los hizo parte del Sanedrín o senado judío, acrecentando su influencia política y religiosa. La reina nombró a su hijo Hircano II como Sumo Sacerdote, con el apoyo fariseo. El hermano menor de éste, Aristóbulo II se proclamó rey a la muerte de Alejandra y depuso a Hircano II, que buscó refugio entre los nabateos, con cuyo rey Aretas III y con apoyo fariseo sitió Jerusalén en el 65 a. C., pero fue derrotado debido a que los romanos apoyaron a Aristóbulo II.
Gracias a las gestiones de su canciller, el idumeo Antípatro, Hircano II logró el apoyo del general romano Pompeyo, quien tomó Jerusalén en el 63 a. C., y lo reinstaló como Sumo Sacerdote, llevándose a Aristóbulo a Roma, mientras Antípatro ejercía de hecho como gobernante de Judea. El poder político y religioso de los fariseos se mantuvo así. Muerto Pompeyo, Julio César nombró a Hircano II etnarca de Judea y al hijo de Antipatro, Herodes, como estratega de Galilea.
¿A quienes se parecen estos muchachones fariseos? - claro ¡ - a nuestros politiqueros baratos ¡¡-, con la diferencia que los fariseos de los tiempos biblicos antiguos eran religiosos a su manera y los fariseos modernos entronizados en la politica vernàcula no creen ni en Dios ni en el Diablo.
Tienen mucha similitud los fariseos de antaño con los fariseos de la Constituciòn hondureña; pues se han afanado a que èsta no puede ser cambiada ni en una tilde, en observancia a sus intereses mediocres por no mejorar el desarrollo de la naciòn hondureña y por calcificar los mentados articulos pètreos los que, cuando a ellos les interesa si pueden ser trastocados. Como pueden ustedes observar la lectura inicial, entre los fariseos hubo represiones, exigencias de renuncia cuando ya comenzaron a revolver el poder religioso con el politico; otros retornaron a sus lugares a los renunciados, como recordandonos el dià que Mel destituyò a Vasquez Velasquez y la CSJ los restituyò en su puesto.
Esta es casi la misma historia, no hay ninguna diferencia; porque en nuestros dias los religiosos se meten en politica y asuzan y atemorizan al pueblo, velando por los intereses de los politicos; los politicos aunque unos no son religiosos hacen de las suyas con la cuasi ingenuidad de los hondureños.
Pero con el despertar del pueblo, esto debe terminar; el fariseismo moderno debe ir desapareciendo tal como sucediò en los tiempos antiguos y dejar que la nacionalidad hondureña en el universo de su poblaciòn viva una vida acorde a las necesidades y a las capacidades que el sistema permite; no a los que los politicos permitan, si no a lo que el pueblo quiere para su desarrollo, su modernidad, su seguridad y su educaciòn.
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