“Excito a la
juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento
por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con
firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente
hoy se encuentra”.—Francisco Morazán Quesada.
Por supuesto, en un pueblo tan religioso como Honduras, es obligación decirlo: Solo Dios o los Estados Unidos pueden impedir las elecciones. Sí, porque solo se compara al gobierno de Lobo-Hernández, al de Roberto Suazo Córdova (quien abogaba porque Honduras fuera protectorado de EE.UU. como si no fuera su fragata de guerra), ni siquiera el de facto. Lobo-Hernández están, y lo han demostrado en reiteradas ocasiones, al servicio incondicional de los Estados Unidos, independencia y/o soberanía son palabras que les da alergia. Basta con recordar cuando aquel primero de enero Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, sin ningún escrúpulo, salieron clandestinamente, de madrugada, ante un llamado que les hizo la embajadora Kubiske para ser recibidos en Tampa, Florida, con funcionarios de tercera, quienes les dieron instrucciones para que aceleraran la ley de extradición. Así de simple. Mayor demostración de fidelidad no la da ni un can.
Los Estados Unidos, que quizá no logran entender o se hacen los que no entienden, están tomando la ebullición política novedosa en America Latina, como si se tratase de la guerra fría: Honduras, la incondicional del Centro; en el Sur probable Colombia pero incondicional Paraguay; México neutralizado con los millones de indocumentados que viven en EEUU solo con amenazarlos con que los deportarán masivamente le ganan cualquier guerra. Eso era válido en aquella época, porque la Unión Soviética era una potencia extracontinental y expansionista, en cambio lo de hoy es interno de América Latina, es la integración, no hay planes ni teorías expansionistas sino de solidaridad, es el despertar de muchos pueblos para darse cuenta de que sus respectivas patrias en realidad nunca les han pertenecido y por ello han vivido y viven en la miseria, y la hora de recuperarlas ha llegado.
Es por eso que Juan Orlando Hernández día a día saca más su arrogancia y se cree el todopoderoso, su servilismo hacia los Estados Unidos, su conexión con la mafia de Miami a través de Lobo y Ricalva, le han asegurado que será presidente al precio que sea. La campaña nacionalista arreciará ubicando a Mauricio Villeda como golpista fascista, y si precisa, como radical del Opus Dai, mientras que Xiomara Castro de Zelaya y al Partido Libre lo tildarán de extrema izquierda, comunista, peligroso y serán toneladas de mentiras que le caerán. Y así Juan Orlando se autoproclamará como del centro (¿de Inteligencia Americana?), y los Estados Unidos, a conveniencia por la crisis económica interna, se hará de la vista gorda y de que padece ataques de Alzheimer para “olvidar” que Lobo-Hernández han rogado al Sur, se han raspado las rodillas pidiendo reconocimiento y petróleo. Y en este contexto a los Estados Unidos más que a nadie le conviene que haya elecciones, pues según ellos, tienen su peón confirmado.
Así es la política exterior de los Estados Unidos, y no ha cambiado desde aquella conocida anécdota: “Cuando el gran Roosevelt, no Teodoro el del «big stic», el del gran garrote de la política imperialista, sino Delano, el «Buen Vecino», probablemente el más grande presidente democrático y reformador de los Estados Unidos, recibió con mucha pompa al primer dictador Somoza, al que le decían General, Tacho para sus amigos, unos periodistas le reclamaron por qué recibía así a un hijo de puta. El presidente Roosevelt aprovechó la respuesta para definir la política internacional bipartidista estadounidense: «sí, es un hijo de puta, pero es NUESTRO hijo de puta». Definición precisa y cínica que constituye una constante del comportamiento del gobierno de los Estados Unidos frente a Latinoamérica y otras regiones del mundo”. (El Nuevo Diario 15/03/2000).
Pero no todo está dicho: el pueblo hondureño puede dominar el escenario y si vota masivamente es quien podrá decidir si quiere continuar esclavizado, muerto de hambre y de esperanzas no por 50 sino por 500 años más, o realmente ha despertado del letargo y ha tomado conciencia de que la patria le pertenece, y no se vende.
Nueva York NY 8 Mayo 2013.
robertoquesada@hotmail.com
Sígueme en Twitter: @BigQuesada
Pues ocurrió como se lo advertimos: la tal Ley Mordaza no era sino para
que incautos de uno y otro bando mordieran el anzuelo y contribuyéramos
con el permanente circo que se vive en Honduras desde el golpe de
Estado.
Era previsible que solo fue para que apareciera Juan Orlando Hernández como el gran conciliador de algo que ellos mismos han montado, y de allí que el baboso pueblo hondureño quede enajenado por las “virtudes” del presidente del congreso y ciegamente vaya a entregarles el voto.
Así era porque no pueden esperarse reinvidicaciones casi revolucionarias, como democratizar el espectro radial, como la cacareada Ley marco de Telecomunicaciones, de un gobierno que no logró ser ni medio autónomo, ni aun en las decisiones pequeñas. Se ha tratado de un gobierno interino que no logró romper sus cadenas con el gobierno de facto, que le tocó relevar. Por tanto de la tal ley solo queda la burla al pueblo, periodistas o comunicadores sociales peleados unos con otros y en el menor de los casos distanciados. Queda un empresario apaleado, sin ningún testigo que corrobore los hechos, y la búsqueda de un chivo expiatorio que obligatoriamente debe de pertenecer a la oposición.
El show no termina allí, ahora Pepe Lobo, presidente del Ejecutivo, se hará el disgustado con Juan Orlando Hernández, a raíz de la no aprobación de la Ley mordaza, para vendernos una falsa separación, pues ya se han percatado de que el fallido gobierno de Lobo daña a la candidatura de Hernández (como si Juan Orlando Hernández no fuese gobierno, coautor del golpe de Estado por tanto culpable directo del caos que hoy vive Honduras).
Ahora vienen con una nueva “estrategia”, y así vendrán más “estrategias” tantas como los paquetazos que ha dado Hernández contra el pueblo hondureño, de que por equis o ye no habrá elecciones. Lo que esto pretende es desmoralizar a la oposición, que bajen la guardia, que crean que no es importante ese trabajo que andan haciendo de barrio en barrio, de aldea en aldea, de casa en casa, abriéndoles los ojos a esa masa que aun queda enajenada, de que no voten por quienes los tienen en esa miseria, les mienten a cada momento, y si votan por ellos solo estarán firmando la venta total de Honduras a países orientales ricos, y así con lo de las Ciudades Modelo, quedarán las y los pobres hondureños como esclavos de gente que viene de lejos a quedarse con lo que fuera su país.
Era previsible que solo fue para que apareciera Juan Orlando Hernández como el gran conciliador de algo que ellos mismos han montado, y de allí que el baboso pueblo hondureño quede enajenado por las “virtudes” del presidente del congreso y ciegamente vaya a entregarles el voto.
Así era porque no pueden esperarse reinvidicaciones casi revolucionarias, como democratizar el espectro radial, como la cacareada Ley marco de Telecomunicaciones, de un gobierno que no logró ser ni medio autónomo, ni aun en las decisiones pequeñas. Se ha tratado de un gobierno interino que no logró romper sus cadenas con el gobierno de facto, que le tocó relevar. Por tanto de la tal ley solo queda la burla al pueblo, periodistas o comunicadores sociales peleados unos con otros y en el menor de los casos distanciados. Queda un empresario apaleado, sin ningún testigo que corrobore los hechos, y la búsqueda de un chivo expiatorio que obligatoriamente debe de pertenecer a la oposición.
El show no termina allí, ahora Pepe Lobo, presidente del Ejecutivo, se hará el disgustado con Juan Orlando Hernández, a raíz de la no aprobación de la Ley mordaza, para vendernos una falsa separación, pues ya se han percatado de que el fallido gobierno de Lobo daña a la candidatura de Hernández (como si Juan Orlando Hernández no fuese gobierno, coautor del golpe de Estado por tanto culpable directo del caos que hoy vive Honduras).
Ahora vienen con una nueva “estrategia”, y así vendrán más “estrategias” tantas como los paquetazos que ha dado Hernández contra el pueblo hondureño, de que por equis o ye no habrá elecciones. Lo que esto pretende es desmoralizar a la oposición, que bajen la guardia, que crean que no es importante ese trabajo que andan haciendo de barrio en barrio, de aldea en aldea, de casa en casa, abriéndoles los ojos a esa masa que aun queda enajenada, de que no voten por quienes los tienen en esa miseria, les mienten a cada momento, y si votan por ellos solo estarán firmando la venta total de Honduras a países orientales ricos, y así con lo de las Ciudades Modelo, quedarán las y los pobres hondureños como esclavos de gente que viene de lejos a quedarse con lo que fuera su país.
Esta “estrategia” va unida a la de poner en la cima de las encuestas al
opositor, en este caso a Xiomara Castro de Zelaya, pues es otra forma
de que el electorado que la sigue se vuelva triunfalista, pierda el
entusiasmo de que un voto conquistado en la calle, en un barrio, en un
mercado cuenta y mucho, crean que todo está ya listo y pierdan esa
fortaleza y entusiasmo con que hasta ahora han llegado al pueblo.
Otra manera de desmoralizar es que irán bajando paulatinamente a
Xiomara en las encuestas, esto influye en el elector no informado, lo
decepciona y condiciona a resignarse como perdedor.
Esto casi funciona en Venezuela, las encuestas dispararon por encima a
Maduro, esto más los ríos de gente desfilando en la calle para despedir
al comandante presidente Hugo Chávez, hicieron creer a muchos chavistas
que su voto no interesaba, que estaba de más, era solo otro número. En
cambio Capriles no subió ni bajó sus votantes comparados con las
elecciones del pasado octubre.
Por supuesto, en un pueblo tan religioso como Honduras, es obligación decirlo: Solo Dios o los Estados Unidos pueden impedir las elecciones. Sí, porque solo se compara al gobierno de Lobo-Hernández, al de Roberto Suazo Córdova (quien abogaba porque Honduras fuera protectorado de EE.UU. como si no fuera su fragata de guerra), ni siquiera el de facto. Lobo-Hernández están, y lo han demostrado en reiteradas ocasiones, al servicio incondicional de los Estados Unidos, independencia y/o soberanía son palabras que les da alergia. Basta con recordar cuando aquel primero de enero Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, sin ningún escrúpulo, salieron clandestinamente, de madrugada, ante un llamado que les hizo la embajadora Kubiske para ser recibidos en Tampa, Florida, con funcionarios de tercera, quienes les dieron instrucciones para que aceleraran la ley de extradición. Así de simple. Mayor demostración de fidelidad no la da ni un can.
Los Estados Unidos, que quizá no logran entender o se hacen los que no entienden, están tomando la ebullición política novedosa en America Latina, como si se tratase de la guerra fría: Honduras, la incondicional del Centro; en el Sur probable Colombia pero incondicional Paraguay; México neutralizado con los millones de indocumentados que viven en EEUU solo con amenazarlos con que los deportarán masivamente le ganan cualquier guerra. Eso era válido en aquella época, porque la Unión Soviética era una potencia extracontinental y expansionista, en cambio lo de hoy es interno de América Latina, es la integración, no hay planes ni teorías expansionistas sino de solidaridad, es el despertar de muchos pueblos para darse cuenta de que sus respectivas patrias en realidad nunca les han pertenecido y por ello han vivido y viven en la miseria, y la hora de recuperarlas ha llegado.
Es por eso que Juan Orlando Hernández día a día saca más su arrogancia y se cree el todopoderoso, su servilismo hacia los Estados Unidos, su conexión con la mafia de Miami a través de Lobo y Ricalva, le han asegurado que será presidente al precio que sea. La campaña nacionalista arreciará ubicando a Mauricio Villeda como golpista fascista, y si precisa, como radical del Opus Dai, mientras que Xiomara Castro de Zelaya y al Partido Libre lo tildarán de extrema izquierda, comunista, peligroso y serán toneladas de mentiras que le caerán. Y así Juan Orlando se autoproclamará como del centro (¿de Inteligencia Americana?), y los Estados Unidos, a conveniencia por la crisis económica interna, se hará de la vista gorda y de que padece ataques de Alzheimer para “olvidar” que Lobo-Hernández han rogado al Sur, se han raspado las rodillas pidiendo reconocimiento y petróleo. Y en este contexto a los Estados Unidos más que a nadie le conviene que haya elecciones, pues según ellos, tienen su peón confirmado.
Así es la política exterior de los Estados Unidos, y no ha cambiado desde aquella conocida anécdota: “Cuando el gran Roosevelt, no Teodoro el del «big stic», el del gran garrote de la política imperialista, sino Delano, el «Buen Vecino», probablemente el más grande presidente democrático y reformador de los Estados Unidos, recibió con mucha pompa al primer dictador Somoza, al que le decían General, Tacho para sus amigos, unos periodistas le reclamaron por qué recibía así a un hijo de puta. El presidente Roosevelt aprovechó la respuesta para definir la política internacional bipartidista estadounidense: «sí, es un hijo de puta, pero es NUESTRO hijo de puta». Definición precisa y cínica que constituye una constante del comportamiento del gobierno de los Estados Unidos frente a Latinoamérica y otras regiones del mundo”. (El Nuevo Diario 15/03/2000).
Pero no todo está dicho: el pueblo hondureño puede dominar el escenario y si vota masivamente es quien podrá decidir si quiere continuar esclavizado, muerto de hambre y de esperanzas no por 50 sino por 500 años más, o realmente ha despertado del letargo y ha tomado conciencia de que la patria le pertenece, y no se vende.
Nueva York NY 8 Mayo 2013.
robertoquesada@hotmail.com
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