Entre 1960 y 1977, la contraseña secreta que le permitía a los
presidentes estadounidenses lanzar misiles nucleares era 00000000.
El
código, o PAL -por sus siglas en inglés para Permissive Action Link
(Dispositivo de seguridad de armamento)- fue introducido por el
presidente John F. Kennedy en 1960 para prevenir un lanzamiento no
autorizado de misiles nucleares.
Quienes
estaban en los depósitos subterráneos de misiles también tenían un
sistema de doble llave para asegurar una decisión conjunta, de manera
que nadie pudiera lanzarlos solo.
Esta protección se implementaba
para los mil misiles de largo alcance Minuteman que fueron introducidos
durante la Crisis de los misiles en Cuba de 1960, que se mantuvo como el
eje central del disuasivo estratégico de EE.UU. hasta la década de los
70.
Pero nadie les dijo ni al presidente ni a su secretario de
Defensa, Robert McNamara, que los generales del Mando Aéreo Estratégico
en Omaha habían decidido que el riesgo de olvidar las contraseñas era
mayor que el de un lanzamiento no autorizado. Por eso escogieron una que
todos recordarían.
Los códigos "secretos" fueron finalmente
mejorados en 1977, pero sólo tras una larga campaña de un exempleado de
la Fuerza Aérea y congresista, quien resaltó la amenaza que implicaba
dejar el procedimiento tan abierto.
McNamara sólo se enteró del
engaño en 2004, cuando se lo contó un exmiembro del equipo encargado de
disparar los Minuteman. "Estoy en shock absoluto e indignado... ¿quién
autorizó eso?", respondió, horrorizado.
No hay secretos mejor guardados que los que todos adivinan
GETTY
Y, si los británicos piensan que se pueden burlar de los
estadounidenses, conviene que tengan en cuenta que el gobierno en
Londres no tenía ninguna contraseña de protección.
Documentos
puestos a disposición del público en 2007 muestran que la ojiva nuclear
WE 177, con la que entrenaron las tripulaciones de los aviones Tornado y
los anteriores V-bomber, se armaba usando un artefacto sencillo que se
parecía al seguro para evitar el robo de una bicicleta.
Para
lanzar un misil atómico, había que quitar dos tornillos de un panel
parecido a la cubierta del control remoto de una televisión. Eso
revelaba una secuencia de diales y con una llave Allen estándar se
seleccionaba cómo se quería desplegar el arma: potencia alta o baja,
estallido en aire o en tierra, etc.
Para completar el proceso, se
insertaba una llave de bicicleta y se giraba 90º: sin contraseña, sin
sistema de doble llave, se disparaba un misil nuclear.
Recordando contraseñas
Si, como recomiendan los
expertos en seguridad, necesitamos tener contraseñas únicas, distintas y
complicadas para todo lo que hacemos online, ¿cómo nos podemos acordar
de todas?
Hace varios años, la opinión general era que uno nunca
debía tenerlas escritas en ningún lado; pero en esa época, la mayoría
sólo nos teníamos que acordar de unas pocas.
Ahora algunos expertos han cambiado de opinión.
"La
probabilidad de que alguien entre en tu casa y se robe las claves que
tienes escritas es considerablemente más remota que la probabilidad de 1
en 3 o 1 en 4 de que tu computadora sea blanco del malware de un
delincuente", calcula uno de ellos: Gunter Ollmann, de IOActive.
"¡Ábrete sésamo !" es probablemente la contraseña más famosa de todas, mientras que
12345
es una de las más usadas
El software para decifrar contraseñas generalmente usa un enorme
diccionario de posibilidades, y prueba una tras otra. Por eso usar una
palabra real no es buena idea, y esa es la razón por la cual muchos
sitios requieren que uno utilice tanto letras como números, y hasta
mayúsculas.
El problema es que si se sabe que el sitio web exige
que se utilice al menos una letra en mayúscula, quien está intentando
decifrar el código puede descartar todas las palabras que escritas sólo
con minúsculas.
Eso mismo ocurre con la exigencia de usar números o
al menos seis caracteres: quedan por fuera todas las que no tienen
números o todas las que tienen cinco caracteres o menos.
El
aspecto contraproducente de las medidas de seguridad es que cualquier
limitación facilita de alguna manera el trabajo de los piratas
informáticos.
El mérito de esas reglas, no obstante, es que nos
obligan a usar contraseñas que no se pueden decifrar usando
sencillamente un diccionario estándar.
No confundir...
'Criptografía'
es la ciencia de escribir en clave secreta o código oculto;
'criptoanálisis' es el estudio de sistemas criptográficos para encontrar
debilidades y romperlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su respuesta muy pronto