miércoles, 8 de enero de 2020

UN TRIÁNGULO FANTASIOSO:
TEGUCIGALPA – WASHINGTON – TEHERÁN
Vivimos en un régimen político desquiciado. Y ese desquiciamiento el psicópata lo va verticalizando en sus empleados y adláteres que van diciendo cada locura con el desparpajo del absolutismo que ejerce sobre la población civil.
Nunca antes había vivido en el espacio de nuestra sociedad concreta una hilera de hechos y discursos fuera de la razón, la libertad y la cognición.
El tirano ha ordenado nuestra casa colectiva con la visión de un individuo que padece del extravío de la sensatez.
Padece nuestro dictador, o mejor dicho el déspota, de una antipatía en el pueblo que cada vez es más profunda, sus desastrosas medidas contra la economía del pobre ha sumido al pueblo en la indigencia y la des heredad.
Su impulsividad destructora de la justicia, la equidad y el amor humano, siempre va acompañada de la mentira, la calumnia, la invención y la farsa.
Como un buen sociópata su personalidad está ligada a los valores anti humanos, al delito común, al crimen y a la desconsideración contra sus opositores a quienes encarcela, persigue y asesina, algo que aprendió seguramente del genocida Tiburcio Carías Andino, de quien dijo era su mentor y ejemplo, con tal desfachatez que tiene cualquier ciudadano medio informado de la historia política nacional.
Pero bien, este dictador de poca monta, en un país destruido por sus propias políticas sociales represivas contra su pueblo, se ha dedicado a cuerpo entero a asumir la personalidad del más abyecto servil del imperio norteamericano, a quien ha entregado nuestra economía, nuestra soberanía y nuestra idiosincrasia.
Por esta circunstancia que ha construido para salvarse de la inminencia de su caída aparatosa, tarde o temprano, ha convertido la ruta Tegucigalpa – Washington en un peregrinaje de humillación, de degradación y desvergüenza.
No hay política internacional norteamericana que JOH no haya apoyado, aprobado y a veces hasta promocionado entre las naciones de los conciertos continentales o de la ONU.
Hoy que el espurio presidente norteamericano Donald Trump ha atacado a Irán asesinando a su máximo estratega militar del mundo contemporáneo del Medio Oriente, el general Qasem Soleimani y que el Pentágono, tanto como su desquiciado mandatario, han justificado expresando que el general Soleimani deseaba realizar algunos atentados a las fuerzas militares de la región.
Así los hechos, el connotado maniático centroamericano, llamado Juan Orlando Hernández ha expresado su apoyo incondicional a tan perverso acto de inhumanidad y desprecio por los pueblos independientes del mundo.
Solamente la estupidez, el servilismo asqueroso puede expresar tamaña grosería en medio de una posible guerra de exterminio de media humanidad.
Apoyar a Estados Unidos en su trastornada y enloquecida acción guerrerista es además declarar la guerra a Irán de manera indirecta, pues el gobierno iraní ha expresado que les pide a los aliados de los gringos que se abstengan de tomar cualquier medida militar o de apoyo diplomático a este desaguisado ataque a pueblo tan noble y culto, que forma parte de las naciones fundadoras de la humanidad actual.
Por cierto, que la Europa en su mayoría ha actuado con prudencia frente a este hecho de hostilidad militar, y las nuevas potencias como Rusia, China, la India y otras repúblicas han declarado que se debe evitar por todos los medios proseguir esta línea de acción agresiva en consonancia con la paz mundial.
Por eso es fantasioso ese triángulo de relaciones Tegucigalpa, Washington y Teherán.

GALEL CARDENAS

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