martes, 24 de marzo de 2020

Galel Cardenas

Joh ha manejado el país con mentiras reiteradas del tamaño del sol, aunadas a su enfermizo aferramiento al poder, manejado desde la perspectiva de la frase "haré lo que tenga que hacer".
Ha dirigido el país como un capo, organizando clicas en su derredor que realizan acciones delictivas.
Y todo lo que ha tocado en su derredor se ha convertido en saqueo, persecución, asesinato, y en privilegio de una cúpula empresarial, política, militar y religiosa que se ha tornado en ciego brazo de sus espeluznantes intereses porfiados.
Caracterizado por esa enfermedad corrosiva Joh ha comandado el gobierno más espurio de la historia nacional.
Hoy, cuando el país necesita de los más altos valores de sus más preciados hijos, el dictador realiza las mismas gestiones impuras que consisten en entregar a las fuerzas armadas el control absoluto del país para que le cubran sus espaldas mientras saquea nuevamente el Ihss y otras arcas nacionales, realiza compras de insumos deteriorados, entrega inmoralmente bolsas raquíticas de alimentos que portan símbolos del Partido Nacional y de su corifeo Joh.
Elevado en el vértice de su cumbre no escucha al único Partido de oposición Libre que le ofrece criterios de atención al pueblo que padece la más acendrada de las miserias, desatendido por el gobernante actual.
El virus mortal asola casi todos los continentes. Han sido los países socialistas quienes han ofrecido su ciencia y solidaridad médica a los más afectados de Europa.
En Honduras hay una nebulosa sobre la información concerniente al tratamiento de esta epidemia, tanto que fue despedida injustamente la epidemióloga encargada de la vocería autorizada cuando declaró en un medio de comunicación no vinculado al régimen datos y sucesos que no eran regulares.
El dictador quiere tener con mano de acero el control férreo de sus acciones irregulares sin que nadie lo contradiga.
Así las cosas, el pueblo empujado por el hambre no resiste el encierro y sale desesperado a las calles a trabajar y obtener alimentos, mientras tanto la clase media con recursos materiales obedece el toque de queda.
No se sabe que sucederá al finalizar la cuarentena, y tampoco se sabe si la epidemia volará en pedazo las normas salúbricas correspondientes.
En medio de ello el gobierno sigue dictando medidas no necesariamente dedicadas a proteger las mayorías marginadas del país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su respuesta muy pronto