Ja, Ja, Ja, Ja
Que excelente representacion de la soberbia, està tan bueno que me he caido de la silla y es que asi se sienten algunas personas cada vez que se ven al espejo o por lo menos los que se ven en el espejo de la vida.
La soberbia consiste en concederse más meritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo; apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia.
Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas mas características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, estar por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.
Ante la soberbia dejamos de ver nuestros propios defectos, quedando estos diluidos en nuestra imagen de personas superiores que no son capaces de ver nada a su altura, todo les queda pequeño.
En casos en que hay personas que no necesitan del elogio de terceros; hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo, su propio y permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella. Sus manifestaciones son mas internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmósfera grandiosa que él crea sobre su persona y además, a través de sus máscaras; hay arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida, impertinencia e incluso , tendencia a humillar.
Otras veces, esas máscaras son de una insolencia cínica, mordaz, con un ritintín de magnificencia que provoca en el interlocutor un rechazo frontal. En los casos algo mas leves, baja la hoguera del engreimiento y entonces la relación personal se hace más soportable
Pero no todo esta perdido, lo contrario de la soberbia es la humildad; todo el edificio de la persona equilibrada se basa en una mezcla de humildad y autoestima. La una no está reñida con la otra. Una persona que reconoce sus defectos y lucha por combatirlos y a la vez, tiene confianza y seguridad en sus posibilidades.
Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar a lo sencillo aunque se tarde tiempo en llegar.
Ahora le queda a usted y a mi hacernos un examen de conciencia, porque si tenemos este defecto, que mas es una pràctica inhabitual de nuestra personalidad; veamonos al espejo (pero de su recamara) y si pensamos como el gato de la imagen superior, que en vez de gato nos veremos como un leon vanidoso, estamos muy equivocados; recordemos que el mejor espejo es la persona con la que convivimos o la que nos rodea y èsta si nos dirà la verdad de nuestro delirio ensoberbecido; asi que cuidemonos de no caer en esa torpeza; de no ver mas allà de nuestros hombros.
La soberbia consiste en concederse más meritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo; apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia.
Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas mas características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, estar por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.
Ante la soberbia dejamos de ver nuestros propios defectos, quedando estos diluidos en nuestra imagen de personas superiores que no son capaces de ver nada a su altura, todo les queda pequeño.
En casos en que hay personas que no necesitan del elogio de terceros; hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo, su propio y permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella. Sus manifestaciones son mas internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmósfera grandiosa que él crea sobre su persona y además, a través de sus máscaras; hay arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida, impertinencia e incluso , tendencia a humillar.
Otras veces, esas máscaras son de una insolencia cínica, mordaz, con un ritintín de magnificencia que provoca en el interlocutor un rechazo frontal. En los casos algo mas leves, baja la hoguera del engreimiento y entonces la relación personal se hace más soportable
Pero no todo esta perdido, lo contrario de la soberbia es la humildad; todo el edificio de la persona equilibrada se basa en una mezcla de humildad y autoestima. La una no está reñida con la otra. Una persona que reconoce sus defectos y lucha por combatirlos y a la vez, tiene confianza y seguridad en sus posibilidades.
Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar a lo sencillo aunque se tarde tiempo en llegar.
Ahora le queda a usted y a mi hacernos un examen de conciencia, porque si tenemos este defecto, que mas es una pràctica inhabitual de nuestra personalidad; veamonos al espejo (pero de su recamara) y si pensamos como el gato de la imagen superior, que en vez de gato nos veremos como un leon vanidoso, estamos muy equivocados; recordemos que el mejor espejo es la persona con la que convivimos o la que nos rodea y èsta si nos dirà la verdad de nuestro delirio ensoberbecido; asi que cuidemonos de no caer en esa torpeza; de no ver mas allà de nuestros hombros.
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