Si eres de aquellos que alguna vez ha dicho “A mi no me gusta la
política” este artículo puede resultar ser una lectura interesante para
ti y ¿por qué no? para tus conocidos. Si no lo eres aún asi te invito a
leerlo…
Primero que nada voy a aclarar que el
artículo que voy a citar no lo escribí yo, no es de mi autoría. Pero me
pareció bastante acertado cuando lo leí y dada la situación actual tanto
en las universidades como en el país, me parece importante que, como
estudiantes y futuros profesionales, y aún más para aquellos que ya son
profesionales, se aprenda a reconocer la diferencia entre los términos
Política y Politiquería.
La primera vez que me fijé en la
diferencia entre estos dos términos me encontraba en un laboratorio de
física por allá por cursos básicos con un profesor y amigo al cual
admiro bastante. Tocamos el tema por algo que no viene al caso en estos
momentos.. y fue interesante ya que realmente solemos confundir un
término con el otro. Cuando en realidad uno es el uso inadecuado del
otro. ¿los confundí verdad?… vamos a ver la diferencia entre política y
politiquería.
Para esto voy a citar un artículo que
conseguí en internet, está escrito bajo una realidad en el Perú pero que
es bien aplicable en nuestra situación actual.
Un ensayo sobre los peligros de la politiquería y cómo amenaza con acabar con la política. Juzgue usted, estimado lector, en qué fase del proceso nos encontramos.
Entre política y politiquería
Gonzalo Portocarrero
Desde hace algún tiempo se ha instalado
en mi cabeza una frase, de repente leída, de repente creada; en todo
caso, una verdad indudable: “Lo urgente es el rostro visible de lo
fundamental”. La idea es que la política peruana está dominada por las
urgencias. Tapar huecos, apagar incendios, parecen ser las actividades
que agotan la agenda de nuestras autoridades. No se quiere ver que los
incendios y los huecos son síntomas de algo mucho más profundo y
decisivo. En el fondo, de la falta de una autoridad legítima que pueda
lograr y gestionar consensos, que instituya marcos en los que la
competencia política pueda discurrir en forma transparente de acuerdo
con las expectativas de la ciudadanía.
En principio, la política es el proceso a
través del cual una sociedad crea una capacidad de actuar con
inteligencia sobre sí misma. Supone que mediante una discusión
argumentativa se avizore un interés general, un diagnóstico de los
problemas colectivos, una propuesta de cómo superarlos. Paralelamente,
la política implica la institución de una red de organismos que puedan
ir resolviendo los problemas. Finalmente, la política conlleva la
organización de voluntades colectivas, de actores políticos que
representan la diversidad social. Organizaciones en las cuales los
individuos se inscriben en función de procurarse el desarrollo personal
que brota del servicio al interés colectivo.
Lo que puede llamarse politiquería
corresponde al dominio de los intereses particulares no inscritos en una
estrategia que los trascienda. El poder y la figuración son anhelos
demasiado evidentes y humanos como para pretender ignorarlos. No
obstante, estos deseos pueden encontrar amplio campo de realización en
el terreno de la política, en el servicio de la ciudadanía. Pero cuando
estos deseos se desbocan surge la politiquería. La ambición personal y
la de grupo se convierten en las causas efectivas del quehacer político.
Entonces la politiquería puede destruir la política.
Aunque pueda tomarlos como excusa, la
politiquería no tiene nada que ver con los intereses generales. El fin
de la politiquería es la ganancia personal por la via de producir una
apariencia de respetabilidad tras la que se esconden pasiones
descontroladas. La voracidad por el dinero o el poder, o la envidia, el
rencor y los celos, son los móviles verdaderos de la politiquería. De
ahí nacen la intriga, la traición, la retórica vacía, la falta de
lucidez. Finalmente, el desgobierno.
Pero lo paradójico es que la
politiquería, al socavar la política no hace más que destruir el único
escenario donde esta puede ejercerse. La descomposición moral y política
de un régimen no hace más que anunciar su caída. El predominio de la
politiquería es el triunfo de la racionalidad ventajista de los
individuos sobre la racionalidad colectiva de la sociedad.
Resumiendo un poco podemos decir que la
politiquería es el uso de la política para ganancia personal o de un
grupo. Más “politiquería” no es “política”. Tiene que ver con el uso que
le da cada ente, pero la definición de política no es politiquear. Se
puede hacer política por un beneficio general (y de hecho hacemos
política todos los dias de nuestras vidas, por el simple hecho de ser
seres sociables miembros de una comunidad) mientras esa sea la meta y no
una ganancia personal o de un grupo particular.
Es importante entender estos dos términos
y saber diferenciarlos. Pues al confundirlos es cuando surge esa famosa
frase con la que di inicio a esta entrada, “A mi no me gusta la
política”. Error, lo que no te gusta es la politiquería, pero eres parte
de la sociedad y una muy importante:
“la política conlleva la organización de voluntades colectivas, de actores políticos que representan la diversidad social. “
Tú representas parte de esa diversidad
social de la que se habla en este ensayo. Esa parte que cree en la
política, en la buena política y no en la politiquería.
“El predominio de la politiquería es el
triunfo de la racionalidad ventajista de los individuos sobre la
racionalidad colectiva de la sociedad.”
Así que piensalo dos veces, la proxima
vez que digas.. “yo soy apolítico” o “no voy a votar porque no me gusta
la política” o simplemente “no haré nada porque no es mi problema”,
“esto es más de lo mismo”… Porque en ese momento estás dejando que gane
el interés personal de los malos políticos.
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