POR: GILDA BATISTA
El eminente silencio convocado por los tres poderes del Estado, la empresa privada y las iglesias tras el siniestro ocurrido en el penal de Comayagua y los mercados de Comayaguela desvela un periodo de conciliación y tregua entre las cabecillas de los bandos del crimen organizado anidado en los tres poderes del Estado de Honduras y en cierto sector de la empresa privada.
Tras el asesinato del hijo de Julieta Castellanos [Rectora de la Universidad Autónoma de Honduras] y el apoyo obtenido por èsta por parte de la comunidad internacional para ejercer presión en la depuración de la cúpula del Ministerio de Seguridad, ha ocasionado fricciones entre los grupos de poder hondureño y transnacional, quienes han acumulado sus riquezas y su poder político mediante la actividad del narcotráfico, trafico de influencia, y/o enriquecimiento de bienes estatales.
La situación actual permite cuadrar que hay un descontento entre los empresarios cuyo capital proviene del tráfico de influencias y por el enriquecimiento ilícito de bienes estatales con los empresarios/políticos cuyo capital proviene de la actividad del narcotráfico. Ambos bandos tienen representación en el engranaje político del Estado de Honduras, y es fácil cuadrar que la Secretaria de Seguridad no es la excepción.
Podemos derivar que habrá cese al descabezamiento de la cúpula de la Secretaria de Seguridad; y asimismo la disminución del uso del fósforo.
Autor: Gilda Batista del Secretariado de Los Desobedientes. losdesobedienteshonduras@gmail.com y ovariosenresistencia@gmail.com
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