Editorial
Quienes digan a los hondureños que olvidemos el golpe de Estado y a los mártires del pueblo, son los que odian a Honduras, porque forman parte de los tiranos y de los traidores, son los responsables de la tradicional miseria social, de la zozobra política y de la fatalidad económica.
Una investigación reciente realizada en Centroamérica revela la razón
de someter al miedo a los compatriotas que buscan un cambio real. 205
millonarios del país ocupan el segundo lugar en la región con una
fortuna de 27 billones de dólares. Esto explica la desigualdad de
oportunidades de la población hondureña para acceder a la riqueza frente
a una minoría codiciosa; pues Costa Rica, el país con menos ricos,
muestra la mejor repartición del bienestar material. Este grupo de
potentados locales son los que financiaron el golpe de Estado, cuentan
con estructuras de terror para “limpieza social”, que han venido
ejecutando vía asesinato de hondureños de bajo y alto perfil para
impedir que el movimiento popular surgido después del golpe, asuma el
Gobierno en las elecciones generales de 2013. Así lo demuestra el
reciente informe de la Comisión de Verdad que, por la importancia
histórica, destacamos en esta edición de EL LIBERTADOR.
Hay recomendaciones vitales en el informe, entre otras, impulsar un
proceso de construcción democrática, en función que el Estado reconozca
las diversas concepciones y expresiones de democracia desde los
movimientos sociales y sectores excluidos a través de la historia. Sus
demandas están amparadas en la Constitución y en tratados
internacionales que corresponde cumplir al Estado de Honduras. La
Comisión de Verdad exhorta separar a Ramón Custodio del cargo de
Comisionado de Derechos Humanos por haber participado en la ruptura del
orden constitucional, y de esa forma actuó contrario a la norma del
“ombudsman”, dejó indefensa a la sociedad, con su actuación permitió la
violación sistemática de derechos básicos como el de la vida, protesta
social, libertad de expresión y movilización. Demanda al Estado la
necesidad de enjuiciar a los autores materiales e intelectuales del
golpe de Estado, y despedir de los puestos a los que ahora ocupan
funciones en el sector público.
La Comisión recomienda al país que para reducir la enorme desigualdad
debe crearse una estrecha vinculación de políticas sociales y económicas
que modifiquen la estructura productiva y la distribución del ingreso y
de riqueza nacional. También es urgente cambiar el patrón de tenencia
de la tierra, porque después del golpe de Estado se ha profundizado el
conflicto agrario.
Es imperativo, dice la Comisión, recuperar el Estado hondureño
actualmente capturado por intereses privados que de manera firme domina
las instituciones públicas. Ese rescate pasa por alcanzar y mostrar
independencia, eficiencia y transparencia en la gestión gubernamental.
Explica que para ese propósito es fundamental que el Estado de Honduras
ponga fin a las bases militares de Estados Unidos en territorio
nacional y concluya los ejercicios conjuntos entre ambos ejércitos. Sin
duda, la nación del norte es el principal origen de inestabilidad en la
sociedad hondureña.
La Comisión de Verdad hace un llamado especial a la ciudadanía de
Honduras y demás pueblos, gobiernos, organismos de la región y del
mundo, a fortalecer las acciones para garantizar la soberanía y
autodeterminación del pueblo hondureño, así como el respeto irrestricto a
todos sus derechos y libertades.
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