Por: Carlos Zelaya Herrera
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A las elecciones primarias del 12 de marzo concurren tres de los entes políticos más importantes de Honduras, Libertad y Refundación, Nacional y Liberal, que también escogerán a sus mandos de gobierno que regirán por un periodo de cuatro años.
Las primarias traen varios ingredientes que les dan un toque singular debido a secuelas de largo plazo del golpe de Estado de junio de 2009, evento que marcó el arribo de partidos de oposición, como lo son Libre y PAC.
Ambas entidades junto al Partido Innovación y Unidad, sectores disidentes del liberalismo y el nacionalismo buscan construir una alianza presidencial con la que enfrentarán al tradicionalismo político que por más de 100 años han gobernado al país.
Otro ingrediente en la hoya de la presión político-social que vive Honduras es el proyecto de reelección presidencial impulsado por el mandatario Juan Orlando Hernández; así como recientes eventos que ponen de relieve la influencia de los Estados Unidos y que de forma directa podrían afectar al partido en el poder.
Recientes filtraciones de prensa vinculan al expresidente Porfirio Lobo Sosa, su entorno familiar y a funcionarios y ex funcionarios de la pasada y presente administración en escándalos de narcoactividad investigados por la Corte Federal de la ciudad de Nueva York.
En cuanto al balance del poder todo iba viento en popa a una segura reelección presidencial hasta dicha coyuntura que plantea la necesidad de una toma de decisiones del Ejecutivo que le permitiera distanciarse de dicho escándalo y así evitar repercusiones ante las elecciones primarias y las generales de noviembre próximo.
La mención del expresidente Lobo, de su hermano Ramón Lobo Sosa, del ministro de Seguridad, Julián Pachecho, de dos diputados al Parlamento, uno nacionalista y uno liberal y de un alcalde de Libre, en ese caso, podría colocar al gobierno hondureño en línea de choque con la justicia norteamericana, advirtió este jueves el ex fiscal general, Edmundo Orellana.
Del lado Liberal la percepción es que la disputa de la candidatura presidencial se reduce, de cinco facciones, a las propuestas de Gabriela Núñez, del movimiento Nuevo Liberalismo; y a la del ex rector universitario Luis Zelaya, postulante del movimiento por Honduras, por Nosotros.
En Libre el panorama es más claro aún, a la contienda se avocan tres candidatos, Nelson Ávila, del 5 de julio; Rasel Tomé, del movimiento Renovación del Partido y Xiomara Castro de Zelaya, esposa del ex presidente derrocado Manuel Zelaya Rosales, que accede por segunda ocasión es respaldada por varias facciones de este instituto político. En esta oportunidad siete movimientos se han sumado a la exprimera dama.
Sin importar quien salga ungido, Libre y el PAC acordaron deponer mutuas aspiraciones para escoger al candidato presidencial de la alianza de oposición que enfrente a nacionalistas y liberales.
Coyunturalmente las elecciones en Honduras coinciden con sufragios generales a realizarse en Ecuador y Chile y un tanto más distantes en México, Venezuela y Argentina.
Todos con distintos matices dominan el escenario electoral de América Latina este año, en particular por la incertidumbre de Donald Trump en la Casa Blanca y la efervescencia de las elecciones en Brásil y México, las principales potencias latinoamericanas.
Además de Colombia imbuida en el proceso de paz, Venezuela con el chavismo que se juega su última carta; Cuba donde Raúl Castro deberá ceder su liderazgo.
Un diagnóstico en donde el efecto Trump y su política antiinmigración podrían dañar la economía regional, a mandatarios y candidatos ligados con Washington, lo que tampoco impide sorpresas eventuales para este año 2017.
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