por Emilio Santamaría S. 13 de Mayo, 2012 |
|
Cada año, en el mes de mayo, invariablemente recuerdo a mi madre.
Han pasado poco más de 40 años desde el día que ella
partió a la eternidad, y sin embargo la sigo extrañando. La
imaginación, ese don maravilloso, me hace volver a verla tal cual
era. Si cierro los ojos, vuelve a estar frente a mí. Puedo verla
con la misma ropa que usaba habitualmente, con sus mismos gestos, y hasta
puedo escuchar nuevamente su voz.
Pienso que una madre hace mucho más que llevarnos en su vientre por esos largos nueve meses. No tan solo nos da su respiración, comparte sus alimentos y nos ayuda a formar huesos, músculos y órganos vitales para la vida. Nos da también amor. Y ese amor, que Dios pone en su corazón, es el que le hace soportar los inconvenientes del embarazo, en ocasiones nauseas y malestares, e incluso los dolores del parto. ¿Se puede pedir más?
Recuerdo los cuatro embarazos de Margarita, mi esposa. Juntos vivimos la emoción de ver gestarse una nueva vida cada vez, y la sensación formidable de sentir que Dios nos daba ese privilegio. Recordamos siempre las palabras de Gibrán Jalil Gibrán el gran pensador árabe: “Tenlo siempre presente, tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida. Dios los envía por tu medio, no vienen de ti, sino a través de ti.”
Los años han pasado, mis hijos crecieron y formaron sus propios hogares. Y seis nietos han hecho que nuevamente sienta la misma emoción por ese maravilloso y sorprendente acontecimiento que es la maternidad. Pienso que siempre Dios bendice a cada madre.
Pienso que una madre hace mucho más que llevarnos en su vientre por esos largos nueve meses. No tan solo nos da su respiración, comparte sus alimentos y nos ayuda a formar huesos, músculos y órganos vitales para la vida. Nos da también amor. Y ese amor, que Dios pone en su corazón, es el que le hace soportar los inconvenientes del embarazo, en ocasiones nauseas y malestares, e incluso los dolores del parto. ¿Se puede pedir más?
Recuerdo los cuatro embarazos de Margarita, mi esposa. Juntos vivimos la emoción de ver gestarse una nueva vida cada vez, y la sensación formidable de sentir que Dios nos daba ese privilegio. Recordamos siempre las palabras de Gibrán Jalil Gibrán el gran pensador árabe: “Tenlo siempre presente, tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida. Dios los envía por tu medio, no vienen de ti, sino a través de ti.”
Los años han pasado, mis hijos crecieron y formaron sus propios hogares. Y seis nietos han hecho que nuevamente sienta la misma emoción por ese maravilloso y sorprendente acontecimiento que es la maternidad. Pienso que siempre Dios bendice a cada madre.
Cualquiera que ve un bebé sabe lo mucho que depende de ella para
cosas tan esenciales como comer, dormir y ser aseado. A medida que ese
bebé crece, la madre es vital para su formación. Lo
cuidará cuando esté enfermo, lo alentará cuando
esté desanimado, lo aconsejará cuando haga cosas
inconvenientes y lo empujará a formarse y progresar. Sí,
Dios puso en cada madre una misión que agobiaría a
cualquiera. Pero puso también en sus corazones una gran dosis de
amor, para que pudieran cumplirla.
Cuando
llega el mes de Mayo, pienso en la sabiduría de dedicar un
día a la madre.
LO NEGATIVO: No comprender la magnitud de la misión de una madre.
LO POSITIVO: Dar gracias a Dios por hacernos nacer de una mujer, y por dotarla del sentimiento del amor en esa maternidad.
LO NEGATIVO: No comprender la magnitud de la misión de una madre.
LO POSITIVO: Dar gracias a Dios por hacernos nacer de una mujer, y por dotarla del sentimiento del amor en esa maternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su respuesta muy pronto