jueves, 27 de junio de 2019

LOS ACHINES

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El “vendedor ambulante de objetos de poco valor”, como lo define la RAE, ha ido desapareciendo, más bien replegándose a espacios cada vez más pequeños. Forma parte de esos personajes que el “progreso” y la “modernidad” ha ido matando. Pero los buenos recuerdos son los que uno trae a la mente cuando habla de su vida y así lo haremos hoy con este texto que tomamos de “Tierras de Pan Llevar”, de don Rafael Heliodoro Valle:
De pronto, en el mediodía impávido, mientras la vida del pueblo forma círculos concéntricos porque algo va a pasar, llega el achín y a grandes voces proclama su presencia. El achín es el vendedor ambulante que llega no se sabe de dónde, que camina en la noche si hay luna y en el día si no ha encontrado una casita, alma hospitalaria, perdida en la lejanía con sed.

-El achín, ya llegó el achín.

Y la gente se arremolina para verlo abrir la valija en que lleva preciosos joyeles baratos, telas que tienen la imagen de otros países, hierbas medicinales que alivian todos los dolores, estampas que no tienen fecha, cristales submarinos, paisajes entrevistos en sueños.

El vendedor sin nombre, que acaso alguna vez ya había pasado por aquel pueblo y ahora encuentra casadas a las muchachas que dejó pequeñitas, no se preocupa tanto por vender como por contar a las gentes una leyenda: para explicarles la hermosura increíble de los países por donde fue pasando con joyas, cristales y paisajes. Y se quedan absortos escuchándolo, sin pestañear, como si fuera peregrino devoto que desde tierras santas ha llegado para hacer alguna confidencia con palabras que saben a frutos ácidamente dulces o licores labrados en la colmena del tiempo.

Y ahora, Usted también lo sabe.

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